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jueves, 8 de enero de 2009

Museo del Templo Mayor


Sede de mandatarios mexicas y punto de encuentro entre el conquistador español Hernán Cortés y el supremo Tlatoani, Motecuhzoma II, el Templo Mayor ha sido mudo testigo de importantes acontecimientos, desde el florecimiento de todo un imperio hasta la caída del mismo, en cuyas ruinas se cimentó el México colonial y moderno, que da identidad a lo que ahora es el pueblo mexicano.

Ubicado en las calles de Guatemala y Del Carmen, el Museo del Templo Mayor fue creado para dar a conocer, junto con la Coyolxauhqui, los más de siete mil objetos encontrados a partir de las excavaciones realizadas desde 1978 en el que fuera el santuario principal del pueblo mexica.

El Templo Mayor tenía características muy especiales, como la reedificación de sus pirámides en el mismo espacio sagrado, de acuerdo a estudios de algunos arqueólogos, conforme iba creciendo el imperio se construía una capa más del Templo mayor; es así como se divide en etapas para su mejor descripción. Otra característica es la división del recinto sagrado para dos dioses que representan la dualidad vida y muerte: Tláloc y Huitzilopochtli, respectivamente. En 1914, Manuel Gamio ya había descubierto las ruinas del Templo Mayor; en los años cincuenta, Ignacio Marquina se interesa en el sitio y elabora lo que hoy se conoce como la maqueta de Marquina, en la cual ubica lo mencionado por Fray Bernardino de Sahagún: la existencia de 78 templos enmarcados por un circuito que unía las calles de Brasil, Monte de Piedad, Moneda, Correo Mayor, El Carmen y González Obregón; era el Centro Sagrado con el Templo Mayor, el juego de pelota, los templos de Tezcatlipoca rojo y negro, el del Sol y otros menores. No seria sino hasta 1977, cuando la Dirección de Salvamento Arqueológico, a cargo del Angel García Cook, planeó excavar algunos estacionamientos de esta área y el 21 de febrero de 1978, cuando los trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza hacían una excavación de 2 metros de profundidad para colocar un transformador eléctrico, localizaron una piedra con relieves de más de tres metros de diámetro. De inmediato se llamó a expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes con la ayuda de jóvenes estudiantes, se dieron a la tarea de limpiar con sumo cuidado la tierra y lodo que cubría el monolito. Conforme avanzaban los trabajos, se podían apreciar los contornos de formas femeninas desmembradas.


Al verla completa, el arqueólogo Felipe Solís la identificó como la diosa Coyolxauhqui. Con ese hallazgo y el apoyo del entonces presidente de la República, José López Portillo, iniciaron las excavaciones formales y rescate en El Templo Mayor de Tenochtitlan, lo que hoy constituye uno de los proyectos de arqueología urbana más importantes de México.

La Sala 1 está dedicada a los Antecedentes. En ella se muestra un panorama del desarrollo qe han tenido las investigaciones acerca de la cultura mexica, una maqueta del primer cuadro de la ciudad donde aparecen las excavaciones del Templo Mayor, los grandes monolitos y la ubicación donde aparecieron la Cuatlicue, la Piedra del Sol, la de Tizoc y Moctezuma, todas ellas en el Museo de Antropología. Posteriormente, se observan los objetos encontrados en las primeras investigaciones que se realizaron en el Templo Mayor a principios del siglo XX, hasta llegar al Proyecto Templo Mayor que inicia con el descubrimiento de la escultura de la diosa Coyolxauhqui. Aquí encontrarás descripciones de los arqueólogos Leopoldo Batres, Alexander von Humboldt y Manuel Gamio, gracias a las cuales se inició la búsqueda de evidencias sobre nuestro pasado.

La Sala 2 corresponde a las ofrendas. Entre los principales hallazgos realizados en esta etapa, se encuentran más de 100 ofrendas, que fueron enterradas en los pisos de las diferentes etapas constructivas del edificio. Se han encontrado tres tipos de ofrenda de acuerdo a como fueron depositadas: ofrendas de relleno, ofrendas de cesta y ofrendas de caja; figurillas, objetos marinos, animales, cráneos, cuchillos, vasijas, máscaras y piedras preciosas las componen. Los investigadores interpretan a éstas como un lenguaje simbólico para proteger al Templo Mayor y como regalos para sus dioses, a cambio de buenas cosechas y victorias en las guerras. Hace algunos años, se descubrió abajo de la Capilla de Ánima de la Catedral Metropolitana, una ofrenda de instrumentos musicales y otra con vasijas policromadas, que representan al dios del viento, el dios Viejo, en unos objetos de concha.

La Sala 3 está dedicada al tributo y comercio. El sistema económico, político y militar de los mexicas ante los demás pueblos mesoamericanos, se manifestaba a través del tributo y el control de las principales rutas de comercio. La actividad comercial era de vital importancia para los mexicas, ya que a través de sus comerciantes o pochtecas, realizaban conjuntamente actividades de intercambio y espionaje sobre los pueblos que querían conquistar. Entre los materiales obtenidos en las excavaciones del Templo Mayor, se encuentran diversas materias primas y productos elaborados que proceden de lugares lejanos a Tenochtitlan y que manifiestan la presencia de estas dos actividades.

La Sala 4 presenta a Huitzilopochtli. Los mexicas en poco tiempo lograron conquistar grandes territorios y su supremacía guerrera se representa en los dos guerreros águilas que se encontraron en el lado norte del Templo Mayor, en la Casa de las Águilas, hechos en barro y los cuales miden 1.60 metros de altura; se encontraron junto con 171 guerreros en recesión (cuando un niño nacía se decidía si iba a ser guerrero).
En esta sala se encuentran algunas piezas relacionadas con Huitzilopochtli, como porta-estandartes reclinados en la escalinata, que representan a los hermanos de Huitzilopochtli, conocidos como los Centzohuitzanhua; Huehuetéotl, Dios del Fuego, que habita en el centro del universo y Mayahuel, Diosa del Maguey y el Pulque, que era una bebida ceremonial.

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